jueves, diciembre 04, 2014

Persona, animal o "cosa".

"El Diablo come como la gente, pero no puede digerir nada. 
Es porque sólo el Diablo no participa en el intercambio global 
de la materia en el mundo… Si se toma un vaso de vino tinto Tokay, 
en lugar de orina excretará de nuevo el tinto Tokay.” — Milorad Pavić.

Me gustan las puertas que chillan al abrirlas, que incómodas y frustradas gritan lo que implica su apertura, su vaivén inerte y eterno, su moverse hacia ninguna parte. Me gustan, casi tanto, como las losetas rebeldes, que regalan un eco hueco de las pisadas, incluso las hay que se balancean a tu paso, como diciéndote "No te confíes, la estabilidad no existe ni en lo llano", y nos maldicen.

Normalmente, los Dioses castigan esas losetas, creándole grietas que sirven de canales subterráneos para las hormigas negras. Al cabo de un tiempo, estas losetas se sacrifican rompiéndose por la mitad para que las perdonen.

Me gusta el susurro del lápiz contra la hoja, obediente y sumiso, me gusta que se dejen... que se dejen el cuerpo en el afán de uno, sea escribir o dibujar. Los lapices mueren por un propósito superior que desconocen, mueren con fe. Me gustan los lapiceros, con su barriga llena de arrogancia azul marino y su promesa de durar para siempre. Un lapicero en la mano, siempre me hace pensar en un universo paralelo donde hay otro lapicero y otra Venus que lo sostiene en su mano y se pregunta de mi existencia. Lo cual, claro está, no deja de atormentarme.

Me gusta el desdén con el que las impresoras tiran los documentos, como diciendo "Ten, aquí está la cosa inútil que escribiste". Me gusta el papel, el papel bond, del que corta en las esquinitas, el papel me recuerda el título que no tengo, mi único honor estudiantil es saber algo de lingüística porque me gusta usar diéresis y hay muy pocas oportunidades de hacerlo. Lo demás, lo he aprendido haciendo.

Justo cuando crees que te esta yendo bien en la vida, te sientas... y la silla que te ha aguantado por tantos meses, se muere; todo empezó como una falla imperceptible en una ruedita, que por descuido, no había notado. Y ahora no tengo silla que me sostenga y debo empezar a hacer diligencias para conseguir otra.

El asunto no es la silla, lo que me sorprende es pensar, como entendiendo tan poco las cosas que nos rodean, logramos vivir vidas más o menos completas, más o menos felices.

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Venus Patricia #DíasFelices

sábado, febrero 15, 2014

Conversaciones de bar.

Anoche estuve hablando con un extraño en la barra del bar, me decía que yo le recordaba a alguien querido, que le resultaba familiar, conversamos un ratito y cuando le dije mi edad, me dijo que hablaba como alguien mayor, lo dijo como un halago, pero a mí me ofendió bastante. Le dije ¿Mayor, cómo mayor?, y me dijo que tengo un alma vieja, que mi mente viene como de otro siglo. "No, no te pongas metafísico, hablemos de vainas tangibles, no vayas a saltarme que soy la encarnación de tu abuela, por favor", le dije jugando, pero me dió la razón y empezó hablarme de posibles personas en común, y pensé que había sido una discusión demasiado fácil de ganar. Luego me aburrí, porque me di cuenta que aquella conversación era tremendamente estéril. A su lectura se le veían las costuras en los bordes y a mi determinación por concluir lo evidente, me estaban esperando.

PS. Era lindo. Pero solo del esqueleto para afuera.

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Venus Patricia #DíasFelices 

jueves, enero 23, 2014

Besos con B de bizarros.

Despejas la media, el patrón absurdo,
la etiqueta que no sella la hendidura,
boca cálida que empuja los bordes
y llena otros labios.

Humedad húmeda jugosa mojada acuosa,
nada que demostrar.
Besos que liberan demonios y les entrega tiaras;
estalactitas de baba y poros abiertos,
de suavidad tácita, de sabor a negro.

Callejón de baldosas rotas,
transeúnte de lengua, de cejas gruesas
me debates las razones, como si pudieras
y yo,
hormiga guerrera,
museo de demencias
libro batallas de ganas antiguas,
repicadas esta noche.

Con un gesto quedo aún en transito
dudo tus lunares y ya no los veo,
te muerdo para que nada, para que sí,
me ensaño con el único pelo de tu pecho
y te tatúo un beso en las cinco de la tarde.

Besos en mayúscula, en creación constante.
En esta parte del trabalenguas
nos besamos en nueve idiomas
y me susurras en cosquillas
como no soy lo que nombraste.

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Venus Patricia #DíasFelices