"... aunque en la oscuridad siempre otras personas, se enciende la luz y las conocemos, se apaga la luz y no sabemos quiénes son, por la mañana se va volviendo ella a medida que se despierta, antes de subir la persiana una extraña, subo la persiana y tú o sea alguien diferente de ti que vuelve poco a poco a ser tú, ojos cargados de párpados que se transforman en los tuyos, movimientos imprecisos que van ganando dedos, el pelo ya no de estopa, auténtico, la boca que deja de masticar la lengua, probándose a sí misma, para crecer en un bostezo, en el fondo del bostezo una muela que no imaginé que el dentista había tratado, cómo era tu vida antes de mí, qué pensabas, en quién pensabas, cuántas cosas me escondes, acostada pareces mayor, qué extraño, el montoncito de los pies que bajo la manta se me antojan otros y los míos, también de otro, al lado, pruebo a mover el izquierdo y el izquierdo que no me pertenece se contrae, lo saco fuera de la manta y siento frío y me pertenece, la cicatriz del tobillo, el lunar que durante la noche;
¿por andar mucho mientras lo olvido?
creció, comienzo despacito a pertenecerme, los muebles, que no existían, en el sitio de la víspera, la camisa que se deslizó de la percha y se enrolló;
¿qué hombre se la puso por haberme distraído?"
Antonio Lobo Antunés. Buenas tardes a las cosas de aquí abajo.